Personajes Alfonso Diez |
La acusación inicial contra el fundador de los
Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, era de abuso sexual de niños,
pederastia; el actual Papa relevó al religioso de sus funciones y le ordenó
retirarse a la vida privada, no volver a ejercer su ministerio dentro de la
Iglesia, lo que se interpretó como una sentencia condenatoria.
Maciel murió el 30 de enero de 2008, casi a los 88 años
de edad, que hubiera cumplido el siguiente 10 de marzo y debido a eso ya no
tuvo que explicar nuevas acusaciones, las que lo señalan por haber tenido
diversas amantes y de haber procreado, al menos, una hija.
Para quienes están en contra del celibato sacerdotal,
haber tenido una hija no es motivo de escándalo y mucho menos de condena porque
otras religiones permiten a sus ministros casarse y tener hijos, pero aquí el
problema no se circunscribe sólo a eso, el legionario tuvo varias amantes,
según documenta la revista Proceso en su edición del pasado 8 de febrero de
2009, lo que para muchos otros tampoco es “tan condenable” porque es algo que
sucede todos los días, pero el caso ahora es diferente.
Cuando a alguno de los miembros de la Iglesia Católica
se le comprueba cuando menos uno de los excesos en que incurrió el religioso Maciel,
la institución lo expulsa, como condena mínima y en el caso del hombre que
nació en Cotija ahora se sabe que llevaba décadas con una doble o triple vida:
pederastia, diversas amantes y al menos una hija (que como sacerdote no podía
tener).
Lo anterior significa que, de haberse revelado tal
conducta en su momento, Maciel hubiera dejado de pertenecer a la Iglesia
Católica hace mucho tiempo y tal vez ni siquiera hubiera fundado Los
Legionarios de Cristo.
El problema ahora es saber cuál es la herencia de
Marcial Maciel, qué ejemplo dejó.
Quien funda y maneja una institución, o empresa, la que
sea, lo hace conforme a su personalidad, lo cual es evidente y partiendo de
este punto habría que cuestionar ¿Quiénes quedaron como dirigentes de los
Legionarios? ¿Qué tipo de enseñanzas y costumbres se les inculcan a los nuevos
miembros? ¿Podemos, sin preocuparnos, asegurar que sólo había una manzana
podrida? ¿Los abusados sexualmente fueron sólo los que formularon las
acusaciones, o hay más que no denunciaron y siguen en la Legión? ¿De ser este
último el caso, están psicológicamente bien estructurados?
Y lo que es peor: ¿Entre tales dirigentes, quedó alguno,
o algunos, con las mismas tendencias de su fundador, dirigido, empujado,
formado por él?
Claro que es difícil lanzar una primera piedra. El
beneficio de la duda debe prevalecer: Tal vez no fue pederasta y fue acusado
injustamente, por las razones que se quiera; tal vez no tuvo diversas amantes,
sólo una, o ninguna y lo calumnian quienes afirman que sí las tuvo. Puede ser
que lo que afirma el mismo vocero del Vaticano de que Maciel tuvo una hija sea
también otra calumnia. Lo que hace ahora el director general de los
Legionarios, Álvaro Corcuera, “visitando discretamente sus comunidades
religiosas y seminarios en Estados Unidos para informar a sus miembros que su
fundador llevaba una doble vida” tal vez sea también una infame mentira.
Pero son muchos “tal vez” y “puede ser”, muchos
beneficios de la duda; exculpar a Maciel significaría culpar al Vaticano y al
mismo director actual de los Legionarios de mentirosos y eso ningún católico lo
aceptaría, por más que quisiera pensar en el ya fallecido como un santo.
Hay, sin embargo, quienes dicen todavía sentirse
orgullosos de él, como aquella que dice ser otra hija de Marcial Maciel (simple seguidora, en realidad) en una
carta que titula “Yo también soy hija de Marcial Maciel”, en la que afirma,
entre otras cosas, que “En fin... muchos me preguntaban ayer si no
me sentía triste y decepcionada de Nuestro Padre con la noticia de su ‘doble
vida’. No, en absoluto. ‘Dobles vidas’ las tenemos todos, porque todos en
la iglesia somos pecadores y nuestra vida virtuosa se ve continuamente tentada
por las astucias del demonio y manchada por el pecado”. Y lo exonera porque
dice que seguramente se arrepintió de sus pecados y eso es más que suficiente
para un pecador.
Pero se equivoca, a quien releva de culpa realmente es al religioso que
era su guía, a aquél a quien ella identificaba con su padre (transferencia
paterna), al sacerdote en general, al miembro de la Iglesia sólo por lo que
representa, no por quien es en realidad; pero por mucho que ella, o quien sea,
lo exonere, nadie puede borrar su pasado, ni la condena de la misma Iglesia.
Nadie puede, en consecuencia, evitar la duda sobre sus seguidores.
Desde luego que no podemos juzgar a toda una institución por los
excesos, abusos, pecados de un solo hombre, pero bastaría que uno entre mil
pueda llevar por el camino torcido a un niño o a un joven, para proteger a este
posible nuevo legionario.
¿Cuál es entonces su herencia y por dónde hay que
comenzar a tener cuidado?
Hay que empezar por los jóvenes que quieren ser
Legionarios de Cristo y por aquellos que se acaban de incorporar, más vale que
lo piensen dos veces y mediten en esa vocación de seguir a un hombre que creían
puro y santo, porque no lo era.
Otro aviso igual hay que dárselo a los que están
inscritos (o se van a inscribir) en los centros educativos de los Legionarios
de Cristo: analicen con cuidado quiénes conforman esos centros educativos.
Así que, para los que aceptan la duda, aquí va la señal
de alerta: Los Legionarios cuentan con tales centros en diversos países, como Argentina,
Alemania, Australia, Brasil, Estados Unidos, Canadá, México, Colombia, Chile,
Venezuela, Francia, España, Italia, Irlanda y Suiza.
Una
investigación del periódico El Universal, de hace poco más de un año, encontró
que:
A partir
del denominado Consorcio Educativo Anáhuac (Los Legionarios) ofrece(n)
servicios educativos desde guarderías que cuentan con el modelo de colegio Bambolino;
primaria y secundaria bajo la denominación de Colegios Interamericanos Anáhuac;
hasta educación universitaria y posgrados en instituciones como la Universidad
Anáhuac, UNID, UNID-a y la Universidad de Francisco Vitoria.
De
acuerdo con datos difundidos por L'Osservatore Romano, diario oficial
del Vaticano, los Legionarios de Cristo y los miembros del movimiento Regnum
Christi controlan 150 colegios, 21 institutos superiores y nueve universidades.
Además a
nivel internacional se suman más de 630 centros de educación no formal, donde
anualmente se forman miles de laicos, en una actividad que en algunos países ha
llegado a desplazar a las órdenes que tradicionalmente tuvieron como
característica el ámbito educativo.
Entre las
escuelas de los legionarios se encuentran el Instituto Cumbres, el Irlandés, el
Oxford (en Monterrey y el DF), y en Bosques de Cuajimalpa, DF, el Rosedal.
Colegios femeninos: el Godwin, en el DF, y del Bosque, en Monterrey, así como
el Centro de Educación y Cultura Ajusco (Ceyca).
También
cuentan con centros llamados Escuelas de la Fe, instituciones
reconocidas por la Santa Sede, donde elaboran y difunden materiales
eclesiásticos que se utilizan en todos los planteles para evangelizar y
difundir la fe, las cuales se encuentran en 39 ciudades de México, Estados
Unidos y Latinoamérica, con un total de 270 centros de catequesis.
Entre las
universidades con las que cuentan los Legionarios de Cristo se encuentran:
México: Universidad Anáhuac, con 7 campus con este nombre y modelo educativo,
en el norte y el sur de la Ciudad de México, en Xalapa, Cancún, Oaxaca, Puebla
y Querétaro; Universidad del Mayab, en Mérida; Instituto de Estudios Superiores
de Tamaulipas, en Tampico; Instituto Superior de Estudios para la Familia, en
la Ciudad de México, Oaxaca, Mérida, León, Guadalajara y Monterrey.
España: Universidad
Francisco de Vitoria, en Madrid.
Italia: Università
Pontificia Regina Apostolorum, en Roma y Università Europea di Roma.
Estados Unidos: Insitute for
the Psychological Sciences, en Washington; University of Sacramento, en
California.
Chile: Universidad Finis
Terrae, en Santiago.
La organización de Los Legionarios de Cristo es enorme, sigue creciendo y está dirigida a los jóvenes, a “su educación”… Pero el peligro sigue siendo la posible manzana podrida ¿Cómo saberlo? |